Empresas inactivas
Hay cientos de miles de sociedades inactivas en nuestro país. Es más, en algunos momentos, mantener una empresa sin actividad es un recurso muy útil. De hecho, permite una contención de gastos al planear una venta o traspaso, pero también si se atraviesa un momento económico complicado.
No obstante, debes saber que una empresa sin actividad paga impuestos y conserva sus obligaciones de pago. Asimismo, tendrá que afrontar aquellas deudas que surjan durante ese período.
De igual manera, has de recordar que prolongar la situación puede aumentar el riesgo de responsabilidad de los administradores. ¿Por qué? Porque pueden cometer infracciones como consecuencia de un despiste o, también, de forma voluntaria.
En la legislación vigente se recogen aquellas obligaciones que toda empresa, incluso sin actividad, deberá cumplir. Por su parte, la autoridad tributaria está estrechando el cerco a las empresas inactivas y no liquidadas por sospechas de fraude. Hasta se habla ya de que podría plantearse una regulación legal mucho más restrictiva para estos supuestos.
¿Qué es una empresa o sociedad inactiva?
Una sociedad o empresa sin actividad es la que durante un período de tiempo no desarrolla actividades económicas. Por tanto, no realiza operaciones comerciales ni tampoco genera ingresos, aunque no se ha disuelto.
Esto se produce por diferentes motivos: crisis, reorganización interna, estrategia de negocio momentánea… No obstante, la sociedad conserva su personalidad jurídica. En consecuencia, una empresa sin actividad tiene obligaciones contables y fiscales que cumplir para evitar sanciones.
Tipos de empresas inactivas
Podemos diferenciar entre las empresas que pasan a una situación de inactividad en un momento concreto de aquellas que ya nacen sin ella. Estas últimas están preparadas para una venta rápida.
Algunas de las maneras de denominar a una empresa inactiva son:
- Sociedades zombi o en coma inducido (las que tienen una situación de inactividad).
- Sociedades urgentes o preconstituidas (las que nacen sin actividad).
- Sociedades durmientes, fantasma o dormidas (pueden ser cualquiera de las dos anteriores, sobre todo si alargan la situación de inactividad).
En cualquier caso, si tienes una empresa, no puedes tomar la decisión de pasarla a una situación de inactividad por ti mismo. Esto es algo que deben aprobar los socios o administradores en una junta de accionistas.
¿Por qué una empresa pasa a situación de inactividad?
Algunos de los motivos habituales por los que se decide pasar una sociedad a inactiva son:
- Considerar que el negocio es aún una buena idea empresarial, pero no se dispone de suficiente financiación para mantener su funcionamiento.
- Una reiterada e insuficiente facturación tenida por algo coyuntural puede calificar el negocio como no rentable a corto plazo. Asimismo, puede convertirse en una fuente de pérdidas que es, de momento, insostenible.
- Valorar una venta de activos para pagar deudas o estudiar una posible transmisión global de la empresa o de alguna unidad productiva. Es posible hacerlo sin perder dinero mientras se analiza, si se estima que el parón no perjudicará de modo relevante su valor.
- Problemas organizativos, de propiedad, de sintonía entre socios o de sucesión que impidan el normal funcionamiento del negocio.
- No disponer de fondos líquidos para costear la disolución, liquidación y extinción de la empresa.
Si se dan algunas o varias de las situaciones expuestas, los socios y administradores pueden decidir conservar su empresa. Sin embargo, en este caso lo adecuado sería suspender su actividad económica, pasando de tener una sociedad funcional a una sociedad inactiva.
¿Cuánto tiempo puede estar una empresa inactiva?
Según la Ley de Sociedades de Capital, puedes tener una empresa inactiva durante un año como máximo. Transcurrido este tiempo, se ha de convocar a la Junta General en un plazo de dos meses para reactivar o liquidar el negocio.
Las posibles razones por las que dejar inactiva una sociedad en vez de proceder a su disolución pueden ser las siguientes:
- Intentar conseguir financiación o nuevos socios o inversores.
- Finalizar algunas operaciones de venta.
- Llegar a pactos, negociando con acreedores y plantilla.
- Esperar una mejora en el panorama económico que permita reanudar la actividad. Por ejemplo, mediante encargos de clientes relevantes que puedan enderezar la facturación.
- Tomar la decisión de cambiar el objeto social o lanzar alguna otra modificación de estructura societaria.
- Venderla, ya que en caso de que la empresa tenga cierta antigüedad es posible que algún comprador te haga una buena oferta.
¿Por qué hay empresas que nacen inactivas?
Hay personas que deciden crear una sociedad y constituirla con todos los trámites necesarios para operar, pero desde el inicio la dejan en situación de inactividad. Esto puede deberse a distintos motivos:
- Anticipar los trámites a la espera de alguna decisión.
- Esperar a disponer de financiación.
- Tramitar concesiones o licencias.
- Constituir equipos complejos y elaborar planificaciones específicas.
- Precisar la actividad primordial a posteriori de entre las contempladas en el objeto social.
- Vender esa sociedad limitada inactiva.
Es posible que esta última motivación te sorprenda, pero es una práctica habitual. En el mercado, a este tipo de sociedades se las conoce como empresas en 24 horas y son muy útiles. Pueden aprovecharlas tanto quienes necesitan crear una sociedad de forma urgente, con todos los trámites avanzados, como quienes necesitan contar con una sociedad que no tenga un pasado problemático. Así, en esos casos, acuden a personas que ya la tienen constituida para comprar una empresa inactiva.
Obligaciones fiscales y contables de empresas inactivas
Como ya te hemos adelantado, una empresa sin actividad paga impuestos y debe cumplir con sus obligaciones fiscales, aunque no desarrolle su objeto social.
Una de esas obligaciones es comunicar a Hacienda la inactividad, lo cual puede realizarse de forma telemática y en un plazo no superior a un mes tras el cese. Para ello, necesitarás:
- Saldar las deudas pendientes de la empresa con proveedores, Hacienda y la Seguridad Social.
- Realizar las declaraciones fiscales del último ejercicio y los pagos fraccionados correspondientes.
- Presentar las retenciones e ingresos a cuenta realizados y las operaciones con terceros.
- En caso de tener plantilla, gestionar las bajas y los despidos laborales.
Por otro lado, las sociedades inactivas tienen ciertas obligaciones que no pueden eludir. Entre ellas encontramos las siguientes:
- Presentar la declaración anual del Impuesto de Sociedades.
- Pagar cuotas de otros impuestos tales como el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles) de locales u oficinas, si los hubiere.
- Atender las notificaciones electrónicas emitidas por organismos públicos como la Agencia Tributaria.
- Realizar pagos por alquileres, suministros, cuotas de préstamos, intereses de créditos, comisiones bancarias, costes de gestión y asesoramiento…
- Cumplir las obligaciones contables propias de una sociedad no extinguida. Esto se refiere al depósito de las cuentas anuales en el Registro Mercantil.
El incumplimiento por parte de una empresa inactiva de estas obligaciones conlleva sanciones económicas y otros problemas legales. Entre ellos destaca la revocación del NIF de la sociedad. Hasta ahora se preveía en compañías que no habían presentado la declaración del impuesto de sociedades durante 3 ejercicios seguidos. Sin embargo, se ha introducido una reciente modificación en la norma por la que el NIF se revoca si no se depositan las cuentas anuales durante 4 ejercicios consecutivos.
Inconvenientes de una empresa inactiva
Durante el período en el que las sociedades están inactivas, no se pueden aprovechar las deducciones fiscales. Es decir, no se pueden computar y aprovechar importes de IVA u otros gastos deducibles vinculados a la actividad en el impuesto de sociedades.
De igual modo, la inactividad implica que, aunque la empresa siga existiendo, no se pueden emitir facturas por servicios. No obstante, sí se pueden recibir ingresos extraordinarios o pasivos.
Hacienda aumenta el control tributario contra las sociedades inactivas
La relación entre la Agencia Tributaria y una sociedad inactiva y no liquidada es más estrecha de lo que puedas imaginar. Así, Hacienda se ha propuesto acabar con las sociedades inactivas o, al menos, con aquellas que puedan resultar sospechosas, estén más expuestas a tentaciones o pretendan vehicular con opacidad ciertas actuaciones dudosas en el mercado.
Las nuevas regulaciones sobre auditoría están incrementando las sanciones por incumplimiento de ciertas obligaciones. Por ejemplo, la de depósito de cuentas de sociedades, incluyendo a las inactivas.
En este sentido, el control tributario de las empresas sin actividad incluye la verificación de la presentación de las obligaciones fiscales y contables correspondientes. El seguimiento se aplica a cualquier organización con el objetivo de evitar evasiones o fraudes fiscales.
Además, ciertos incumplimientos contables pueden provocar cierres registrales o la revocación de números fiscales (NIF). Son decisiones que persiguen poner trabas a las sociedades zombi que podrían estar tratando de encubrir actuaciones ilícitas. De este modo, infracciones contables, registrales y fiscales de las empresas inactivas que antes se ignoraban están siendo ahora vigiladas con lupa.
Riesgo del administrador de una empresa inactiva
Tras un año de inactividad, se presume que hay causa de disolución de una sociedad de capital. Aunque será la junta general la que tenga que llegar a dicho acuerdo en un plazo de dos meses.
Aun así, no hay obligación de convocar una junta si se solicita la declaración de concurso. De igual manera, se suspenderá al comunicar al juzgado competente las negociaciones con los acreedores para sellar un plan de reestructuración.
En cambio, si la junta no se convoca, no se celebra o no se alcanzan acuerdos (extinción o solicitud de preconcurso o concurso), los administradores deben solicitar la disolución de la empresa. Además, cualquier interesado podrá instar ante el juez la disolución de la sociedad.
Si se incumplen estos deberes, los administradores responderán solidariamente de las obligaciones sociales que se puedan generar tras esa causa de disolución. Por este motivo, es poco recomendable prolongar más de un año la inactividad de una sociedad. Solo hay una excepción, que no se generen nuevos compromisos de pago.
En empresas que han tenido una larga trayectoria, esto es de gran importancia. Sin embargo, una sociedad puede estar inactiva desde hace diez años si es una empresa preconstituida. ¿Por qué? Porque, como desde su inicio no ha tenido ningún tipo de actividad, el riesgo es poco relevante.
¿Cuál es el coste de tramitar la inactividad de una empresa o sociedad?
El coste de tramitar la inactividad de una sociedad sin disolverla no suele ser muy relevante. De hecho, para dar de baja una empresa sin actividad solo has de comunicarlo a la Agencia Tributaria presentando una modificación en el modelo 036.
No obstante, dependerá de los honorarios del gestor administrativo o el asesor jurídico que te ayude y de los servicios que incluya. Precisamente, esta reducción de costes es uno de los factores que impulsa a muchos negocios a mantenerse inactivos sin disolverse, pues la liquidación y extinción conlleva muchos más trámites y gastos (fiscales, notariales, registrales…).
Entonces, ¿merece la pena una sociedad inactiva o es mejor liquidarla?
Como hemos visto, puedes dejar una empresa sin actividad por desuso o por estrategia comercial. Sin embargo, aunque es más fácil y menos costoso dejar una sociedad inactiva que liquidarla, no hay que olvidar todas las obligaciones que conlleva la inactividad.
Por un lado, tomar la decisión adecuada dependerá de las circunstancias particulares de cada empresa. Así, habría que analizar tanto los costes como las ventajas e inconvenientes de dejar una sociedad inactiva.
A su vez, hay que tener presente que, en España, una empresa sin actividad tiene obligaciones fiscales y contables. Si no las cumples, tendrás que hacer frente a las consecuencias y sanciones correspondientes. La repercusión por no presentar el Impuesto sobre Sociedades o depositar las cuentas en el Registro puede ser significativa.
Recuerda también que mantener una empresa inactiva conlleva una serie de costes asociados (administrativos y económicos). Por tanto, no es aconsejable prolongar esta situación en el tiempo.
¿Convendría encontrar a alguien que quisiera comprar empresas inactivas? Esto dependería del comprador, puesto que le ahorraría trámites y plazos. Además, tú dejarías de pagar impuestos por esa empresa. Sin embargo, si tienes deudas pendientes, la operación se puede complicar.
Por eso, lo mejor será pensar fríamente si merece la pena dejar la sociedad inactiva con vistas a reactivarla en un futuro o proceder a su disolución. Aunque sus costes sean más elevados, a medio y largo plazo puede salir más rentable.
Busca asesoramiento para tu negocio si necesitas pasar a una sociedad inactiva
¿Has tomado la decisión de mantener tu empresa inactiva? Entonces necesitas buscar el apoyo técnico apropiado. Un buen asesor jurídico valorará contigo costes y obligaciones, ayudándote a comparar la alternativa de inactivar tu empresa con la de liquidarla.
Con su asesoramiento, también evitarás descuidos, riesgos e infracciones, y podrás prever escenarios y fijar fechas para reactivar la sociedad o extinguirla definitivamente.
Asimismo, te informará sobre otras opciones posibles que puedan interesarte: compra de sociedades inactivas, fusiones, absorciones…
Tu asesor te dará opciones y evitará que te lleves sorpresas negativas en la inactivación, la reactivación o la adquisición de sociedades. En Libertad Sin Deudas disponemos de abogados especializados en concurso de acreedores que te ofrecen una primera consulta gratuita.
Si tienes dudas sobre concursos de acreedores, no lo dudes y ¡pide una cita! Déjanos un comentario y estudiaremos tu caso sin ningún compromiso.